Aguilandeiros de San Xuan de Villapañada
El pasado 23 de diciembre se celebró en Gráu, por quinto año consecutivo, una de las clásicas mascaradas de invierno, la de San Xuan de Villapañada, única del concejo. Desde que en 2014 tuviese lugar su recuperación y puesta en valor, esta tradición perdida en el olvido hacía más de 70 años, no ha hecho más que crecer.
Detrás de su resurgimiento está el empeño de Xose Antón Fernández “Ambás” -etnógrafo y estudioso de la cultura tradicional asturiana-, junto con el grupo tradicional Xeitu y la Asociación Cultural Territorio Bron -entre otros- quienes se encargaron, hace ya más de 10 años, de ir recabando testimonios en la memoria de los vecinos y vecinas de más de 80 años con la idea de recuperar esta mascarada.
Y así, en la mañana de la víspera de Nochebuena de 2018, por los barrios, casas y caminos de esta Parroquia de Gráu, volvieron a oírse los tractores, la gaita y a los aguilandeiros, pidiendo el aguinaldo al son de:
Anxelinus somus,
del cielu vinimus,
bulsina traemus,
dineiru pidimus.
Deanos l’aguilandu,
señora, por Dios,
aiquí tamus cuatru,
cantaremus dos.
Gracias a la colaboración de los vecinos, del Albergue de peregrinos de San Xuan partieron bien temprano, ataviados con los atuendos traducionales, el escobón, el médicu, la dama y el galán, el vieyu y la vieya, la cinicera, el cura, el afeitón, el osu, el amu, el diablu, el ferrador y dos parejas de maragatos junto a un gaitero, para pedir el aguinaldo de casa en casa, recorriendo los pueblos de Rozadas, Acebéu, La Llinar y de nuevo San Xuan, donde finaliza la fiesta, ya entrada la tarde.
A continuación os muestro un pequeño reportaje de parte del recorrido de los Aguilandeiros el pasado diciembre. Espero que os guste y os anime a visitarlo.
Lo que se suele hacer al llegar a cada casa es lo siguiente: El escobón pregunta a la propietaria (o propietario) ¿Barru, o nun barru? A lo que, por lo general, se le suele contestar ¡Barre! Y con la escoba hecha de ramas de laurel comienza a “barrer”, los maragatos a bailar, el demonio a hacer de las suyas y el oso a asustar a mayores y niños, mientras l’amu trata de controlarlo.
El parto de la vieya, suele ocurrir frente al prado de la iglesia como punto álgido de la mascarada y simboliza la muerte de lo viejo en una tradición que a su vez simboliza el paso de la infancia a la edad adulta para los “mozos” de la parroquia, y que además coincide con el solsticio de invierno que anuncia un nuevo ciclo agrario.
Y llegados a este punto.. comienza el repliegue de los participantes hacia el próximo destino. Pero antes, por el camino, para sorpresa de muchos, ocurrió algo tremendamente entrañable.
Probablemente una de las escenas más emotivas que nos tocó presenciar este día. Cuando subidos a los tractores llegamos a la altura de la casa de Andrés López, éste aguardaba sentado al sol el paso de los aguilandeiros. Al oírlos acercarse, no pudo contener la emoción -como se puede ver en la imagen- y todos bajaron del tractor para cantarle y estar con él un ratín. Su hija explicaba que le emocionaba mucho recordar, cuando era joven, cómo se vestía la gente del pueblo para celebrar esta mascarada.
Y con una foto similar a esta, en su perfil de FaceBook, Xosé Ambás hablaba de la importancia de la tradición, haciéndose donde y para quien se tiene que hacer, en los pueblos; marcando una diferencia notoria con los grandes desfiles folklóricos en los que únicamente se exhibe un traje a gente que no entiende la tradición y en lugares que nada tienen que ver con ella.
Y aquí termina, con la danza prima, la visita a esta casa..
Con los aguilandeiros, se da el pistoletazo de salida a la temporada de mascaradas de invierno en Asturias, a la que seguirán Os Reises de Valledor, el Guirria de Ponga, Os Reises de Tormaleo, los Sidros de Valdesoto (en Valdesoto y en Bimenes) y los Guilandeiros de Tinéu.